martes, 29 de enero de 2008

¡Que Bueno que Vinite!


Todo cambió como por arte de magia en La Coruña cuando el Flaco salió a calentar para luego disfrutar de los últimos 15 minutos en el choque liguero ante el Valladolid. Ganaba con claridad el Deportivo tras cuatro meses de incapacidad permanente en casa, pero semejante gesta pasó a un segundo plano. La vuelta del grancanario, acogido por 15.000 almas al grito atronador de ¿Valerón, Valerón!, bastó para transformar el funeral de Riazor en un teatro de los sueños.

Como ocurrió hace un año ante el Real Madrid, cuando fue incluido en la convocatoria como talismán, jugó unos minutos y el Dépor remontó el vuelo, Valerón fue acogido como El Mesías, o como El Cid. Su afán de superación, su esfuerzo para volver a vestirse de corto, suponen un ejemplo para una plantilla cosida con alfileres. Un caño de la casa, un triunfo, la salvación a sólo dos puntos, Lotina sin respiración asistida y minimizada la crisis de los porteros, las secuelas del combate entre el púgil uruguayo Munúa y el encajador israelí Aouate. Hasta Lendoiro recuperaba la sonrisa. Todo se ve de otro color en la capital herculina.

Ni el devoto Valerón confiaba ya en el milagro. Hacía un año que se recuperaba con una plastia de cadáver implantada en su rodilla izquierda. «Su Excelencia», tal y como le presentaron a través de la megafonía de Riazor, se encontró «muy bien tras el partido». «Se puso ideal para mí, muy cómodo porque debido al resultado (3-0) podía entrar y jugar. No tuve ningún problema y el equipo volvió a ganar. He notado la inactividad, eso es normal, pero no me he resentido. Más no se puede pedir», A sus 32 años, el mago de Arguineguín se cura en salud.

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